Expertos denuncian el enmascaramiento de
la «píldora del día después»
«Si una
mujer ya está embarazada, la píldora del día después no tiene efecto
alguno» ¿es cierto?
Expertos denuncian el enmascaramiento de
la «píldora del día después»
Un
«lenguaje propagandístico» enmascara con la mentira y la desinformación
el propósito abortivo de la «píldora del día después», afirma la doctora
Claudia Navarini.
Por
este motivo, la profesora de la Facultad de Bioética del Ateneo
Pontificio Regina Apostolorum (Roma) considera en declaraciones a Zenit
que las mujeres merecen que se les proporcione la «posibilidad de un
verdadero consentimiento informado» sobre las consecuencias del fármaco.
La
experta comenta de este modo la «sorprendente afirmación» que apareció
el pasado 6 de mayo en medios como la CNN y la CBCNews haciéndose eco de
Associated Press: «Si una mujer ya está embarazada, la píldora del día
después no tiene efecto alguno».
Esa
agencia de prensa informaba «en tono polémico» que la Administración
para la Alimentación y los Medicamentos estadounidense («Food and Drug
Administration», FDA) se había opuesto a la venta del fármaco sin
prescripción médica, «afirmando que los riesgos ligados a su empleo eran
tales que era imprudente confiarlos a la automedicación, considerando el
gran porcentaje de utilización de menores (de edad inferior a los 16
años)», constató la profesora.
«Los partidarios del acceso libre --confirma-- acusaron a la FDA de
haberse plegado a las presiones políticas en perjuicio de las mujeres,
para las cuales la contracepción de emergencia representaría una
“segunda posibilidad” después de relaciones “no protegidas”, de
relaciones con contracepción fracasada (por ejemplo, rotura del
preservativo) o de violencia sexual. Además, dicen, sería una
“formidable” ayuda en la prevención del aborto».
Unas observaciones que la doctora Navarini califica en el mejor de las
hipótesis de «ingenuas», porque ya en los años ’60 se conocía el
funcionamiento de la «contracepción postcoital», esto es, que una
«administración masiva de «contraceptivos orales (estrógenos y/o
progestínicos sintéticos) producía un aborto precoz».
«La
moderna “píldora del día después” ha cambiado las dosis, los niveles de
tolerancia, los tiempos del fármaco, pero no los principios de
funcionamiento», unas hormonas con dos misiones: «detener la ovulación
(efecto contraceptivo) e impedir la implantación del embrión (efecto
abortivo)» --explica--. Para que esto ocurra es necesario que la mujer
tome el fármaco dentro de las 72 horas desde la relación.
El
efecto del fármaco --apunta la doctora Navarini-- lo explica un estudio
exhaustivo publicado en la revista «Anales de farmacoterapia» tras un
minucioso examen de la literatura científica más acreditada sobre la
cuestión entre 1966 y 2001 (Cf. «Postfertilization Effect of Hormonal
Emergency Contraception», The Annals of Pharmacotherapy, 3/2002): «el
riesgo de hacer el endometrio incapaz para la implantación es
moderadamente alto en todas las fases del ciclo, preovulatoria,
ovulatoria y postovulatoria».
Así
que «si la relación “no segura” ha llevado a una concepción, la píldora
provoca un aborto precocísimo e imperceptible obstaculizando la
anidación del embrión en la pared del útero», denuncia la profesora.
Los
autores del citado artículo afirman: «Sabemos que algunos médicos,
genetistas o especialistas en ética han situado arbitrariamente el
inicio de la vida humana después de la implantación, excluyendo la
posibilidad del aborto preimplantatorio».
«No
obstante --prosiguen--, conocemos la definición tradicional de embarazo:
“el proceso gestacional constituido por el crecimiento y desarrollo en
el cuerpo de la mujer de un nuevo individuo, desde la concepción hasta
el nacimiento, a través de las fases embrionales y fetales”».
Igualmente recuerdan que «la concepción se define como “el inicio del
embarazo, de ordinario identificado con el instante en que un
espermatozoide penetra en un óvulo para formar un zigoto viable”».
Por
esto «es necesario intervenir corrigiendo, ante todo, la información
sobre la “píldora del día después”, dando mejores garantías a mujeres y
adolescentes a las que el fármaco se les sugiere superficialmente como
solución cómoda e indolora», alerta la doctora Navarini.
«O
sea --añade--, hay que proporcionar la posibilidad de un verdadero
consentimiento informado, ilustrando todas las consecuencias de la
administración y ofreciendo un adecuado asesoramiento ético»
Igualmente, la experta opina que «hay que poner en guardia respecto a la
posibilidad de acceder a la píldora del día después sin prescripción
médica» --como ocurrirá en Canadá--, porque «facilitar el acceso
representa un doble perjuicio» para la mujer y para el concebido.
Para las mujeres porque «se encaminan previsiblemente a un uso “regular”
de la contracepción de emergencia, con los riesgos físicos y psíquicos a
ella asociados y escasamente investigados», y para los «eventualmente
concebidos» «porque tal “facilidad” no se traducirá en un menor número
de abortos, como se quiere hacer creer, sino --con toda evidencia-- en
lo contrario, en un mayor número de microabortos».
Aunque la embriología hace tiempo que aclaró que el inicio de la vida
humana no puede sino coincidir con el momento de la fecundación, «el
propósito abortivo de la píldora del día después es constantemente
negado con la mentira (“si una mujer ya está embarazada, la píldora del
día después no tiene efecto alguno”), con la desinformación (“el
embarazo --o sea la vida del concebido-- comienza con la
implantación”)», denuncia la doctora Navarini.
Así
lo «enmascara» el «lenguaje propagandístico», «que se esmera
ingeniosamente para construir los eufemismos más tranquilizadores», de
forma que «interrupción del embarazo» se sitúa en lugar de «aborto»,
«producto de la concepción» sustituye al niño no nacido y «contracepción
de emergencia» parece «menos inquietante que “fármaco abortígeno
precoz”», concluye.
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