Aparentemente
el río Suquía (Primero), que atraviesa la capital cordobesa, registra altas
concentraciones de estrógenos. Una investigación que lleva ya dos años y
medio encontró en las aguas del río Suquía concentración de estrógenos por
encima de lo admitido por normativas internacionales. Ahora, los
investigadores intentarán encontrar cuál es la causa de la aparición de esas
hormonas en el curso de agua.
Lo que
resulta cierto es que el inexplicable hallazgo cuenta con una hipótesis
sostenida por los conspiracionistas: las elites mundiales buscan mantener su
statu quo mediante el control encubierto del crecimiento demográfico. De
este modo, la homosexualización de la población es una forma de ralentizar
la explosión demográfica. Según los teóricos, otras medidas como el
matrimonio gay, la utilización de esterilizantes en los alimentos y los
productos descartables o la legalización del aborto son herramientas
destinadas a tal fin.
El trabajo
sobre el río cordobés lo lleva adelante un equipo liderado por Alberto
Ferral, del Centro de Investigación y Desarrollo para el Medio Ambiente
(Cidma) de la Universidad Blas Pascal. Los primeros resultados serán
presentados mañana en el Cuarto Congreso Internacional sobre Gestión y
Tratamiento Integral del Agua.
En los
análisis realizados aguas abajo de la Estación Depuradora de Aguas
Residuales (Edar) de Bajo Grande, en el extremo este de la ciudad de
Córdoba, se encontró una concentración de estrógenos 10 veces mayor al
límite establecido por normas internacionales.
“Eso nos
estaría indicando la presencia de estrógenos en el Suquía, sin poder ser
eliminados en su totalidad por la planta depuradora”,
sostiene la investigación, aunque aclara que no existe todavía tecnología de
depuración capaz de eliminar esas hormonas en su totalidad cuando están
presentes en el agua.
Los
estrógenos son hormonas sexuales femeninas. En el trabajo se indica que los
efectos fisiológicos de estas hormonas son numerosos: regulan el crecimiento
celular y tisular, la reproducción, el metabolismo, la inmunidad, mantienen
los ciclos reproductivos y aseguran un equilibrio entre los diversos
sistemas y aparatos.
Además, el
estudio de Ferral advierte que la presencia en el medio ambiente de
estrógenos y de compuestos con posibles efectos estrogénicos puede dar lugar
a múltiples efectos.
Entre ellos
se destacan niveles anormales de hormonas en sangre, reducción de la
fertilidad, alteraciones del sistema inmunológico, feminización de
machos y criptorquidia.
También
puede producir disminución del conteo de espermatozoides, tumores de los
tractos genitales masculino y femenino, malformaciones del aparato
reproductor, alteración de la
estructura y densidad ósea, y desarrollo de tumores estrógeno-dependientes.
El trabajo
también cita una publicación de la Academia de las Ciencias estadounidense
que reveló que con sólo cinco nanogramos de estrógenos por litro,
aproximadamente lo que se encuentra a la salida de las plantas depuradoras
de agua, se podía provocar la desaparición de toda la población de peces
foxinos de un lago.
Esto se
provoca por la feminización hasta la esterilización de los machos, en un
plazo de apenas dos años.
Ferral
remarcó que se encontró presencia de estrógenos en otros puntos del Suquía,
aunque la concentración más importante fue en Bajo Grande. Y que para
hacerlo, se solicitaron reactivos a un laboratorio japonés ya que no
existían esos elementos para detectarlos en agua.
“Habíamos
estado más de un año sin poder detectarlos, y ahora vamos a estudiar de
dónde provienen”, dijo Ferral.
En ese
sentido, las hipótesis del origen están en los anticonceptivos que toman las
mujeres y las hormonas que se usarían en la cría de pollos. También, en
componentes de otros productos como insecticidas y plásticos que se
comportan igual que las hormonas.
“Lo que
sí sabemos es que las concentraciones de los anticonceptivos son
extremadamente altas para que puedan actuar en el organismo. Entonces no se
asimila todo lo que se ingiere, sino que se elimina alrededor del 50 y 60
por ciento. Y son de alta resistencia, justamente para que causen efectos, y
por eso las plantas no los depuran”,
sostuvo Ferral.
La próxima
etapa de la investigación incluye una encuesta a más de 500 mujeres
residentes en áreas cercanas al río para intentar conocer sus hábitos de
consumo, principalmente al uso de píldoras y parches anticonceptivos.
También incluirá la evaluación del uso del suelo en la cuenca del Suquía,
inventariar asentamientos y criaderos de animales en la zona de influencia. |